A los 37 años Granger (¡que en la
realidad se llamaba James Steward¡) estrenó la imagen por la que iba a pasar a
la posteridad, “Las minas del rey Salomón”. Su debut en Hollywood, tras toda
una carrera en su Inglaterra natal, no pudo ser mejor. Ingresó en la historia de hollywood mediante un grupo de películas que
son ya clásicos del genero de aventuras. En varias ocasiones se le reprochó su
falta de talento, pero fue uno de los galanes más populares de los 50.
Refinado, desenvuelto, simpático y varonil se le vio en “Scaramouche” y en “El
prisionero de Zenda”.
Famoso como “el aventurero de
sienes plateadas”, su carrera fue edificada por completo sobre las espaldas de
aventuras con traje de época, siendo último heredero de la noble tradición
iniciada por Fairbanks y dotando a sus películas de un aplomo británico y una
contagiosa ironía. Destacó también en “Los contrabandistas de Moonfleet” con un
personaje cínico, avaricioso y sin escrúpulos tan sólo redimido por su afecto
hacia el joven protagonista, que le llevará a la ruina en esta obra maestra de
Lang. “Beau Brumnell” resultó un fracaso inexplicable y en “Pasos en la niebla”
construyó un gran villano. Pasada rápidamente su época, inició un largo exilio
por los estudios europeos que poco más añadieron a una leyenda, la suya, corta
pero intensa.
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